jueves, 28 de agosto de 2008

LA VIEJA USINA DE CAACUPE


Al llegar al Km. 48 de la ruta 2, en las noches claras, es imposible no fijarse en lo que en lontananza se divisa. Las luces de la Ciudad de Caacupé se ofrecen a la vista como si de luciérnagas maravillosas se tratara. Cuesta imaginarse ese horizonte sin esas hermosas luces, sin que la altiva basílica se muestre con toda su gloria, gracias a la electricidad.

Hace apenas 52 años, la Capital Espiritual, era una oscura villa, con caminos de tierra, sin agua corriente y con apenas unas luces que provenían de lámparas Petromack, mbopí, lampium o lampiki, velas y, desde luego, la romántica luna, si es que había.

Fueron algunos ilustres hombres como don Manuel Gómez, padre de la educadora Oilda Gómez, quienes vieron la luz en la oscuridad y decidieron comprar un generador de electricidad para la oscura Caacupé de antaño. Consiguieron después de mucho guerrear, un motor Le Roid naftero y un motor Man, generadores de 75 kilovatios cada uno

Así fue que, en el año 1954, llegó el enorme armatoste. La gente se apiñaba para ver al camión que había venido por el tape tujá. Las viejas comentaban a los ingenuos niños que el vehículo traía una máquina maravillosa. ¡Que tenía luz!.

Dionisio Salinas, el viejo operador de la “máquina de luz”, recuerda ese día como si fuera ayer, fue un día de fiesta. Hubo mucha algarabía y esperanzas de tener luz eléctrica en el pueblito. También recuerda que de yapa, junto al generador, venía un viejito canoso y panzudo. Era Leopoldo Hubert, teutón, ingeniero eléctrico, venía con la misión de construir y asesorar a los caacupeños, en el uso del generador.

La instalación duró dos años. Para cuando estuvo completado, ya una parte de Caacupé tenía electrodomésticos, que compraron sin saber si habría o no el tan mentado servicio. Y lo hubo. Las luces de la ciudad, en realidad solo las inmediaciones de la iglesia, se encendían a partir de las 8 de la noche, hasta la medianoche. Si llegaba haber algún “muerto con plata”, se dejaban encendidas hasta el amanecer.

Cuenta Don Dionisio: “se “avisaba” a quien estaba aún por las calles, que se apagarían las luces de la ciudad con unos parpadeos, que eran tres. Uno, media hora antes, el segundo, avisaba que sería en quince minutos y, el último, en cinco minutos”.

Uno de los momentos más dramáticos se produjo en una gran lluvia. Fue un día que jamás se olvidará la ciudad. Fue un diluvio total. Se sufrieron grandes perdidas y casi se llevó la usina. No fue así, gracias a que Salinas así se lo propuso. Amontonó grandes bolsas de arena para que las aguas, no se lleguen hasta los aparatos. Trabajó todo el día, junto con Leopoldo Hubert.. Fueron los héroes del día. Don Dionisio fue premiado con 2500 guaraníes, un pergamino y una cena en un restaurante, frente a la iglesia.

Hoy esos héroes están olvidados. Dionisio Salinas lucha para vivir sus últimos días conectado a una máquina de diálisis y Leopoldo Hubert murió hace mucho tiempo, sin que siquiera su familia le de un techo donde fuese velado.

Que maravilloso es caminar por esas calles llenas de luces. Allá lejos, una anciana lleva una vela en sus manos. Será acaso una peregrina que llega hasta la Virgen o, tal vez, algún nostálgico fantasma en busca de un recuerdo.

LEOPOLDO HUBERT: EL DIOS TEUTÓN

Mucho se habla de este alemán que vino de con el generador eléctrico.

Hablar de el en Caacupé es recordar a un hombre sabio y también lleno de altibajos en su vida.

Era Ingeniero Electrónico. Tenía, cuentan, muchos proyectos para Cordillera, pero todo se fue apagando con su alcoholismo crónico.

De el se cuenta que gustaba del “Fútbol de salón leka”, donde el era el infaltable. Era un muy peculiar arquero. Muchos disfrutaban a l verlo sentado en una silla frente al arco y a su lado una petaca de caña. A cada gol un trago.

Cuentan que un día murió de un derrame cerebral antes de llegar a una farmacia, con la mitad del cuerpo adentro y la otra afuera. Su esposa no lo recibió. Fue velado en un hotel

También uno puede hablar de su hija, Ana Hubert, quien hoy vive olvidada como simple empleada doméstica con el rostro lleno de nostalgia de los viajes a Alemania con su padre. Ella es hija de aquel Dios Teutón que llegó un día de yapa, con la máquina de luz

Historia de la ciudades: Itacurubi de la Cordillera


(Extractos de un escrito de Zenón Almada – 1952)
Itacurubí era el nombre primitivo de este lugar (pueblo después); fue una compañía de San José de los Arroyos en donde había una imagen de la Virgen del Rosario venerada por todo el vecindario, en un oratorio ubicado en la casa del Señor José María Aguilera.
En el año 1862 se reunieron los vecinos Señor Daniel García, Pedro Aguilera (alias Chantelo), Juan Pedro Aguilera, Luciano Aguilera, Marcelino Aguilera, Aniceto Aguilera, Manuel Antonio Aguilera (alias Lascana), Cayetano Aguilera, Juan Pablo Cáceres, Leonardo Cáceres, Regalado Cáceres, Patrocinio Noguera, Amancio Cubilla y otros, y resolvieron levantar un templo de regular grandeza en otro lugar más apropiado, en donde podría un sacerdote celebrar misa y demás oficios religiosos, especialmente en los días festivos de la Virgen del Rosario, Patrona de la compañía.
El lugar elegido era propiedad de la Señora Isabel Urán, que generosamente había donado el lugar según escritura que se hizo a poco tiempo ante el Juez de Paz de San José.
Con la ayuda de todos los vecinos se procedió a la construcción del templo. Para la construcción del altar se solicitó ayuda del Gobierno, que respondió solicitud de inmediato y envió un arquitecto para la realización de la obra.
La iglesia fue bendecida por el Sacerdote Don Mariano Aguiar ya después de haber terminada la guerra del 65-70. La compañía fue declarada “pueblo” por Decreto de Poder Ejecutivo en el año 1871, siendo entonces Presidente de la República Don Cirilo Antonio Rivarola, dándosele el nombre “Itacurubí de la Cordillera” y fue establecida - por el mismo Decreto - su jurisdicción: la misma compañía Itacurubí, asiento de la Iglesia y otra separada de la jurisdicción de Piribebuy, denominada Angelito Potrero, hoy Potrero Angelito.
La torre de la iglesia fue construida en 1880, con la ayuda del maestro constructor Señor Pedro Aguilera (Chantelo) que era carpintero.
Las primeras autoridades de este pueblo fueron Don Cándido Villasanti y Don José María Urán, Jefe Político y Juez de Paz, respectivamente, nombrados por el Presidente de la República Don Cirilo Antonio Rivarola. Dichas autoridades se desempeñaron con mucha responsabilidad y honestidad. Las autoridades nombradas dividieron la Jurisdicción en cinco compañías: Angelito Potrero, Pirayú, Santa Lucía, Loma Medina, Caaguy Cupé y Cariy, más el radio urbano llamado pueblo.
En 1940 se consiguió lo más necesario, esto es, una vía de acceso fácil a la Capital, como es la Ruta Mariscal Estigarribia, que se libró al servicio público. El adelanto de este pueblo es notable; entre los vecinos hay un entusiasmo por la edificación, pues muy pronto se destruyeron las casas antiguas de techo pajizo, pared francesa, piso de tierra para levantar otras mejores . Felizmente no es tan costosa la adquisición de material para la edificación en este pueblo porque hay canteras y en los alrededores muchas fábricas de tejas y ladrillos.
La apertura de la ruta más la posición topográfica y la vista panorámica maravillosa que posee atrajo a otras gentes de la Capital y otros lugares que muy pronto comenzaron a edificar en el lugar.
A seiscientos metros del plantel de la Iglesia corre el arroyo Yhaguy, palabra tripartita que significa Agua bajo sombra, como lo es efectivamente; sus márgenes están cubiertas de árboles y arbustos en toda su extensión y en su sombra se desliza con una superficie ondulada por el efecto de su corriente veloz. Es un arroyo que produce suave ensueño; parece que nos invitara para bañarnos en su hermosa corriente. Su fondo de arena blanca se divisa al través del agua cristalina, siempre fresca y agradable.
En el año 1871, apenas erigido este pueblo, fue nombrado Don Manuel Cáceres como maestro de niños. Como no había casa escolar, dio clases en el corredor de la Iglesia hasta que se adquirió una casa de diez metros de largo y techo pajizo, pared francesa y piso de tierra. En 1888, año en que se creó en este pueblo la Escuela de Niñas, y se nombró Directora de la misma a la Señorita Consolidación Galeano.
Para funcionar las dos instituciones en una misma casa se adquirió otra más amplia. El mejoramiento del local de la escuela es debido al Director Don Pedro Aguilera, quien se ocupó no solamente de la educación de los niños, sino de la comodidad del local.
En el año 1871, apenas erigido este pueblo, fue nombrado Don Manuel Cáceres de Maestro de Niños. Como no había casa escolar, dio clases en el corredor de la Iglesia hasta que se adquirió una casa de diez metros de largo y techo pajizo, pared francesa y piso de tierra. En 1888, año en que se creó en este pueblo la Escuela de Niñas, nombrándose Directora de la misma a la Señorita Consolidación Galeano. Para funcionar las dos instituciones en una misma casa se adquirió otra de más comodidad.
El mejoramiento del local de la escuela es debido al Director de la Escuela Don Pedro Aguilera, quien se ocupó no solamente de la educación de los niños, sino de su comodidad.